Queso grande de las montañas, más adorado por las jovencitas enamoradas.
La cantidad de quesos siempre fue un número par: dos bolas de queso estaban decoradas con los mismos ornamentos. Los pastores se quedaban con uno y regalaban el otro a sus enamoradas que lo preservaban por varios años. Si la muchacha aceptaba el queso estaba de acuerdo con el cortejo del pastor.